Sunday, June 17, 2007

Libros y libros.


Un libro es una cosa entre las cosas,
un volumen perdido entre los volúmenes que pueblan el indiferente universo;
hasta que da con su lector,
con el hombre destinado a sus símbolos.
Jorge Luis Borges

De todo lo escrito yo sólo amo aquello que alguien escribe con su sangre.
Escribe tú con sangre: y te darás cuenta de que la sangre es espíritu.
Friedrich Nietzsche

Una orgía real nunca excita tanto como un libro pornográfico.
Aldous Huxley

Pan, la cabra del Burdel Metafísico casi termina por devorar— literalmente— la biblioteca de este lugar plagado de luces neón; las hojas mordidas y mascadas están regadas por el Bar, la Sala e incluso han entrado hasta el Privado, llenando de injuriosas palabras, aunque también de muy buenas ideas—por aquello de la lectura de Justine— a aquel sitio destinado a Eros y Dionisio.
Es así como los libros, ya sean tabulas con graphos o cortezas de árbol con tinta, escritos con símbolos, ideogramas o letras transmiten algo más que palabras y llegan más lejos que los sonidos; deben ser escritos con sangre para que valga la pena su existencia, como llegara a afirmar un asiduo cliente; y más que leídos para que se complemente su esencia.
Y mientras nuestros arrabaleros, Iván Córdoba y Julio García, persiguen incesantemente a este arremedo de fauno, tratando de evitar que ésta consume como última cena un poco de Nada y Tiempo, ambos platillos acompañados de Ser; conversemos a cerca de estos objetos, compuestos de papel y tinta que lejos de aletargar nuestra memoria como creían los antiguos griegos, nos permiten leer lo escrito dentro de nosotros.